El Legado Andalusí escribe en su publicación sobre el Valle del Zalabí
El valle del Zalabí. Historia de un paisaje primitivo
Redacción El legado andalusí
El paisaje de la comarca de Guadix –al norte de la provincia de Granada- deja asombrados a los viajeros; los sorprendentes rasgos de este entorno recuerdan los de otras latitudes lejanas: el Cañón del Colorado, la Capadocia turca...
El relieve del terreno ofrece una singularidad que fue sin duda determinante para que distintas culturas se asentaran en estas tierras en la prehistoria. Esta impactante orografía es el resultado de una climatología diferenciada y extrema, que ha producido unos efectos extraordinarios al erosionar tanto los macizos rocosos como las colinas de arcilla, lo que ha condicionado su paisaje, caprichoso y evocador, ideal para el hábitat troglodítico, una tipología única en Europa que atrae a multitud de visitantes.
La construcción de las cuevas es posible gracias a la condición de blandura de la arcilla. Éstas se pican en las laderas de las colinas, barrancos o collados a partir de un plano vertical, para proseguir en horizontal horadando galerías y realizar tantas ramificaciones como se quiera. Las estancias resultantes son recubiertas de argamasa, y posteriormente se encalan. Los humos se evacuan por medio de chimeneas que se construyen perforando el cerro verticalmente y que luego afloran al exterior, lo que dota al paisaje de una fisonomía inaudita. El acceso se hace a través de una puerta de madera, a veces dividida en dos partes (la superior sirve de ventana); una tradición de origen morisco.
Respecto al auge de este tipo de vivienda en la actualidad, la arquitecta Meritxell Álvarez, que trabaja en un interesante proyecto de interpretación de este hábitat característico, nos cuenta que, “aunque no sea posible cuantificar el proceso, es cierto que especialmente en los últimos veinte años -desde la década de los noventa del pasado siglo- se ha dado un enorme salto en cuanto a la proliferación de estas viviendas, al producirse la convergencia de una percepción positiva de este tipo de residencia por parte de la población, y la política de apoyo desarrollada por los poderes públicos”. Del trabajo de investigación de Álvarez, podemos extraer interesantes informaciones: “La población ha aplicado unas técnicas sencillas e inteligentes para aprovechar las condiciones favorables que ofrece el paisaje para la creación de este singular hábitat, y el clima mediterráneo de matiz continental y con tendencia a la aridez definieron el marco natural en el que preferiblemente se extendió la excavación de vivienda. En cuanto a construcción se refiere, podemos considerarla como una arquitectura vernácula ya que ha sido una forma de hábitat proyectada por los habitantes de la región y un periodo histórico determinado mediante el conocimiento empírico y la experimentación, además de ser edificada con materiales disponibles en el entorno inmediato, con el objetivo de generar microclimas para obtener cierto grado de confort térmico y así minimizar las condiciones de climas extremos. Es también muy importante, desde el punto de vista actual, el papel socio-económico que desempeña para esta comarca una arquitectura bioclimática y sostenible integrada en el paisaje y el medio ambiente. Consideradas construcciones no agresivas, constituyen un importante legado de la arquitectura popular y su uso residencial se ha revalorizado hasta el punto que se ha pasado de ser considerada infravivienda a ser una vivienda bioclimática, acondicionada al presente y con un futuro prometedor. De ahí que junto al uso residencial tradicional, en los últimos años se esté impulsando el aprovechamiento turístico de las cuevas, que es ya una realidad que las convierte en elemento diferenciador y uno de los más atrayentes del sector”.
El Valle del Zalabí
A escasos dos kilómetros de Guadix, en dirección a Almería, se despliega el Valle del Zalabí, que acoge bajo un único municipio las localidades de Exfiliana, Alcudia de Guadix y Charches.
Los valles y los cursos fluviales sirvieron como vías de acceso naturales desde que se asienta aquí el primer núcleo humano, y la fertilidad de sus tierras de regadío, junto con el uso incipiente de los metales con los que se construyeron rudimentarias herramientas para trabajar la tierra, fue lo que promovió el desarrollo de las técnicas agrícolas, e hicieran de este un enclave ideal, muy rico en recursos, donde estos primitivos pueblos de la época neolítica pudieron establecerse.
La utilización de las cuevas como vivienda en estas localidades carece de datación precisa, aunque algunas teorías apuntan que su origen tal vez se remonte a la época en que las tribus bereberes ocuparon la zona, pues las cuevas más antiguas -que al principio se utilizaron como fortalezas- son de finales del siglo X y principios del XI. Durante el periodo de dominio almohade (siglos XII y XIII) su uso se diversificó y sirvieron tanto como unidades de defensa como de vivienda. Los últimos musulmanes españoles que vivieron en estas tierras, los nazaríes, empezaron a utilizarlas con fines residenciales tal y como lo son hoy en día, y hay constancia de la existencia de cuevas habitadas cuando los Reyes Católicos llegaron a Guadix en 1489.
Vista aérea del Valle del Zalabí (Granada) donde están ubicadas las localidades de Exfiliana y Alcudia de Guadix. Dadas las condiciones climáticas y la propia orografía, el Valle disfruta de una feraz tierra. © Ayuntamiento del Valle del Zalabí.
Paisaje que se dibuja en el horizonte de la localidad de Exfiliana.
Exfiliana, la ExJulia romana
La climatología que propicia el valle, al resguardo de unos cerros de una belleza insólita, y su magnífica posición en la ruta de paso hacia la costa de Almería, convirtieron a dos de las localidades de este municipio, Exfiliana y Alcudia de Guadix, en la antesala de la ciudad de Guadix, de gran importancia histórica. Sus orígenes hunden sus raíces en el Paleolítico; vio discurrir por sus tierras la Vía Augusta, cuando en el año 45 a.C. Julio César fundara la ciudad de Julia Gemela Acci, a la que otorga la categoría de colonia; fue la primera sede episcopal de España, a instancias de uno de los santos varones apostólicos, su patrón, San Torcuato; adopta el nombre de Medina Banu Sanu como ciudad andalusí, y posteriormente también como Wadi Ash, que significa “río de la vida”... Así hasta llegar al Guadix que sigue escribiendo su larga historia tras la Conquista de los Reyes Católicos. De ahí que Exfiliana, se denomine así por su filiación a este núcleo romano (Ex- Julia, a la afueras de Julia). En la época de al-Andalus se llamaba Xustar (patria del gran poeta místico del siglo XIII de la que toma el nombre, y que está enterrado en Damietta, Egipto). La importancia de estas localidades, situadas a la vera de una importante vía de comunicación fue creciendo, en particular durante el califato Omeya. Era el paso obligado para alcanzar el puerto de Almería, uno de los grandes puertos de al-Andalus. Desde aquí se conectaba el Mediterráneo occidental con Oriente – un área que constituía la casi totalidad del entonces mundo conocido– y su importancia radicaba no sólo en la ingente cantidad de transacciones comerciales que desde aquí se efectuaban, sino también en sus posibilidades defensivas y militares debido a su fabulosa posición estratégica.
En 1489, esta zona norte de la provincia de Granada pasa a integrar la Corona de Castilla, tras la rendición del rey Muhammad XIII, conocido como Zagal, que era tío del último rey de Granada, Boabdil.
Durante la rebelión de los moriscos, que en Guadix tuvo una gran impronta, Exfiliana jugó un importante papel dada su cercanía a esta ciudad. No sólo apoyó la sublevación, sino que acogió a los que fueron expulsados de los pagos cercanos como Alcudia, Cigüeñí y el Zalabí, a pesar de que Hernando el Havaqui fuera precisamente de Alcudia. Conocido como “el gran alguacil”, Hernando tomó parte activa en la rebelión de los moriscos contra Felipe II, siendo capitán de la zona de Guadix, Baza y Marquesado del Zenete cuando estos se sublevaron en Las Alpujarras.
Durante la Edad Media, esta zona está impregnada de una inequívoca tradición feudal, y sabemos que señores como el Marqués de Zenete, o el aclamado almirante granadino Álvaro de Bazán (cuya campaña más resonada tuviera lugar en la Batalla de Lepanto) tenían posesiones en el valle. El militar poseía una vasta hacienda en Exfiliana, de la que se dice que sus huertas tenían gran fama por su alto rendimiento agrícola.
Del episodio de los moriscos, de su situación en la zona y sus posesiones territoriales dan perfecta cuenta los documentos oficiales de la época que se conservan, como el titulado Apeos que se hicieron por el Doctor Miguel de Salazar, en el año 1571, de todas las Haciendas de los lugares de Exfiliana, Zalabí y Cigüeñí, que fueron de los moriscos. Tras la expulsión de éstos del Reino de Granada, en 1571, la localidad se queda vacía y se repuebla con cristianos viejos. Empieza a fomentarse entonces una fuerte tradición cristiana. Sus santos patronos son los Santos Mártires (San Juan y San Pablo, antiguos oficiales del ejército romano que sufrirían la persecución de los romanos en tiempos de Constantino el Grande, fueron martirizados por su conversión al cristianismo y decapitados en el año 362); con la conmemoración de la Virgen del Rosario se celebraba tradicionalmente la victoria de Lepanto (que tuvo lugar el 7 de Octubre de 1571). No es pues de extrañar que en esta pequeña aldea naciera uno de los máximos representantes del arte religioso del periodo Tardo-barroco: Torcuato Ruíz del Peral, autor de las tallas de los santos del Coro de la catedral de Guadix, y de la Virgen de Santa María de la Alhambra, entre otras muchas importantes obras.
La villa recibe el nombre de Yxfilyna en el siglo XVI, y dos siglos más tarde, en 1750, ésta es descrita, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, como “Una villa dotada de 80 casas y 5 molinos harineros. Los habitantes del municipio, vivían del cultivo de huertos, viñas, alamedas, servales, morales y otros frutales, castaños y algunos olivos, así como de la producción de seda”. En 1845, el político español del siglo XIX, autor del proyecto de ley de Desamortización, entre otros trabajos de gran trascendencia, escribe sobre esta localidad: “Es una villa situada en una llanura a la orilla izquierda del río Guadix. Tiene 80 casas incluida la consistorial y la cárcel; escuela de instrucción de primaria concurrida por un corto número de niños y dotada en cien ducados; otros de niñas sin dotación fija; iglesia parroquial curato de segundo ascenso, servido por un cura de provisión ordinaria y un capellán y extramuros al este en el sitio conocido por Zalabí la ermita de Santa María de la Cabeza”.
La larga tradición islámica de estas tierras, la
convierten tras la Reconquista en enclave de fuerte tradición mariana. En la imagen, Romería de la Virgen del Zalabí. © Ayuntamiento del Valle del Zalabí.
Los valles y los cursos fluviales sirvieron como vías de acceso naturales
Alcudia al-hamra (Alcudia la Roja)
Se cree que la ubicación original de la villa de Alcudia de Guadix en época prehistórica estaba localizada enfrente de su situación actual, al otro lado del valle, donde hoy se ubica la ermita del Zalabí, dedicada a nuestra Señora de la Cabeza. Sin embargo, no es hasta el siglo VIII, al principio de la historia de al-Andalus, cuando se establecen aquí los primeros musulmanes, la familia siria de los yundíes. Esta tribu logró huir de Damasco tras la masacre de los miembros de la dinastía omeya a manos de una dinastía rival, los abasíes. De esta matanza también escaparía el joven príncipe que más tarde sería el califa Abd al-Rahman I, con quien se inicia el periodo omeya en al-Andalus, el momento histórico más brillante de la historia de la España musulmana.
Pero la población islámica de Alcudia cambió en el siglo X y XI por otra que estaba compuesta por grupos de bereberes del norte de África, y otras agrupaciones de tribus, como los kalbíes (que eran originarios de Yemen). Alcudia es entonces conocida como Alcudia al-hamra (la roja) en alusión al tono rojizo de su tierra.
Tras la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos, y una vez que integraba la Corona de Castilla, Alcudia gana notoriedad por su excelente producción agrícola, y por el avanzado nivel que, para la época, se gozaba en la vida cotidiana: había agua en cada vivienda, sus habitantes podían disfrutar de una gran cantidad de bienes comunales, y era también popular por el renombre de sus baños, que se convertían en ceremonias nocturnas sobre todo en el festejo de las bodas.
La amplia panorámica que se abre desde el Mirador de San Gregorio en Alcudia, desde donde se divisan las localidades del Marquesado de Zenete de Aldeire, Ferreira, Cogollos, entre otras. © Ayuntamiento del Valle del Zalabí.
La Ermita del Zalabí, localizada donde se cree que estaba ubicado el asentamiento original, conocido como Zigüeñí. © Ayuntamiento del Valle del Zalabí
Trópolis, un proyecto para un paisaje
El reclamo turístico de esta comarca ha sido tradicionalmente su paisaje extraordinario y su gastronomía (el pan de Alcudia goza de una gran fama, al igual que sus chacinas). Pero ha sido el interés de los visitantes por el hábitat troglodita lo que ha propiciado que se lleven a cabo proyectos de gran envergadura como el complejo Trópolis, por el que han apostado firmemente las autoridades competentes. Financiado por las Consejerías de Turismo y Comercio –a través de la ITS “Paisajes Troglodíticos” – y de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, fondos FEDER de la Unión Europea, el Ayuntamiento del Valle del Zalabí junto con patrocinio privado (Cementos del Marquesado S.A), el complejo Trópolis se convierte en una iniciativa turística con un valor diferencial: el uso de la cueva como recurso económico, lo que permitirá la consolidación de la oferta turística de la comarca, contribuyendo así al incremento de la demanda y la ampliación de las estancias medias a través de la oferta de actividades complementarias. Estas actividades se desarrollarán en cuevas, y el visitante no sólo será espectador, sino que podrá participar en talleres donde se enseñará a elaborar pan, queso, vino...
Bajo el subtitulo de "Granada Troglodita y artesana en el Valle del Zalabí", la iniciativa tiene por objeto convertirse en un Centro de recuperación, puesta en valor y difusión del Patrimonio Etnográfico de la Comarca de Guadix entorno a cinco valores fundamentales de la comarca: el pan, el vino, el queso, la artesanía y el trogloditismo. Sobre esta base, los objetivos se dirigen hacia una mejora de la calidad de vida de la población una vez se consolide este proyecto como referente del turismo cultural, que tiene como principales valores unos recursos que se habían infrautilizado, que están llamados a generar nuevas iniciativas económicas vinculadas a estas actividades.
Distintas imágenes que nos muestran el complejo Trópolis (a medio camino entre Exfiliana y Alcudia) cuya arquitectura reproduce el tradicional hábitat troglodita de la zona.
Agradecimientos: Manuel Aranda, alcalde del Excmo. Ayuntamiento del Valle del Zalabí, Francisco Pulido Higueras, Ángeles Leyva Ortiz, Ricardo García García y Francisco Romacho López.